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Después de varios años estudiando la arquitectura bioclimática nos llegó la oportunidad de llevar a cabo un encargo en el que pudimos aplicar nuestros conocimientos. El uso de los sistemas pasivos (que no consumen energía) es básico a la hora de concebir una vivienda y, una vez aplicados, podemos empezar a pensar en los sistemas activos a implementar en la construcción. No hay que olvidar que “la mejor energía es la que no se consume”. Nuestra propuesta se basó en una idea “menos es más”, es decir, el empleo de pocos materiales y menos energía implica menos consumo y menos contaminación, a la vez que produce más ahorro, más confort y, en definitiva, una vivienda más sostenible. Es una pequeña manera de contribuir en este mundo derrochador a poner un poquito de racionalidad constructiva.
UN DATO ECONOMICO DEL CONSUMO DE LA CASA: La casa no gasta 1000 €/año en consumo de energía. Tiene 220 m2. La casa consume propano, lo que quiere decir que si hubiéramos utilizado otro combustible con mayor poder calorífico (gas natural) el gasto aún sería menor.